miércoles, 19 de julio de 2017

DEFENDIENDO EL EVANGELIO

Defendiendo el evangelio.
¿Cómo defendemos el evangelio?  Viviendo en el espíritu.
Romanos 8:5-9
8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
8:6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
8:8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 
Romanos 8:14
8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
8:15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 
Algunos puntos a tratar de cómo podemos defender nuestra fe
1.      En lugar de enfadarte, reformula.
Cuando alguien viene con ideas extrañas acerca de cuestiones polémicas busquemos la defensa en el amor de Cristo, no en nuestros propios criterios.
Por ejemplo: podríamos preguntarnos ¿Cómo actuaria Cristo?
2.      Echa luz, no leña al fuego.
Mateo 5:16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Trata de ser luz para las personas, no somos nosotros quienes lo vamos a convertir, eso lo hará Dios. Nuestra tarea es anunciar las buenas nuevas, dar esperanza y ser testimonio.
3.      Piensa en triangulos.
1 Juan 5:7  Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 
Cuando alguien te viene con argumentos o vanas filosofías, habla del padre del hijo y del espíritu buscando la gracia a través de la oración; porque la mente humana le resulta fácil recordar tres puntos.

4.      La gente no recuerda que dijiste, sino que sintió al escucharte.
Por eso cuando presente defensa del evangelio, de tu fe; no lo hagas con rabia sino con paz, no lo haga con ciencia, sino con empatía. Sobre todo defiende tu fe con pasión, con amor y dejándote guiar por el espíritu Santo.
5.      No lo digas, muéstralo.
¿Cómo?
Con tu testimonio.
Con el testimonio de tu iglesia.
Conociendo y dando a conocer la obra social que realiza.
6.      Acuérdate de decir sí.
Cuando nos plantean cuestiones en las que no estamos de acuerdo, pues le tenemos que decir a las personas el no, pero para luego decir sí.
Por ejemplo: cuando alguien nos plantea temas como el aborto o cualquier otro le decimos no, pero luego le decimos que tenemos centros de ayuda para personas que hayan abortado porque siempre quedan secuelas. Recuerda que no estamos para condenar sino para llevar esperanza y vida.
7.       La compasión importa.  
Recuerda que la persona con la que tu estes hablando puede haber pasado o estar pasando por un problema ya sea en su propia carne o en alguien cercano o familiar, entonces debemos buscar la sabiduría de Dios para dar respuesta desde el  corazón, desde el amor de cristo hacia los necesitados, mostrando nuestra ntención de ayudarles y no de juzgarle.
8.      Las cifras no lo son todo.
No basamos nuestros argumentos en cifras y datos porque muchas veces la gente lo ve como falso y le suena a políticos. Es mejor mostrar realidades.
9.      Se trata de dar testimonio, no de vencer a nadie.
Cada desafío que se nos presenta es una oportunidad de dar testimonio, cuando una persona tiene prejuicios y son derribados con nuestra manera de vivir, de actuar y de responder frente a las circunstancia de la vida, todo le parece diferente y comienzan a ser transformado porque sus ideas van cayendo por su propio peso a eso le llamamos conversión.
10.  No se trata de ti.
Tu miedo, tu timidez, y tu actitud a la defensiva son el producto de tu ego que se queja.
Ejemplo: JUAN EL BAUTISTA. Juan 1:6-8 , 15, 19-23
El ego nos engaña y nos hace llegar a pensar que somos el centro. Siempre se ha tratado de él. Pidamos al espíritu santo que siempre valla con nosotros que hable a través de nosotros y que nos de la gracia para ser sus testigos.